Guadajoz

GUADAJOZ Y CAMPIÑA ESTE DE CÓRDOBA

Castillos, olivos, aceite y norias en la Ruta del Califato

En plena Ruta del Califato –el camino histórico y cultural que une Córdoba y Granada– se extienden la comarca cordobesa del Guadajoz y Campiña Este y sus cinco municipios: Baena, Castro del Río, Espejo, Nueva Carteya y Valenzuela.

Las dos principales señas de identidad de la comarca están indisolublemente unidas a su pasado andalusí. Por un lado, el río Guadajoz, el Wadi-Saws de los árabes. Eje vertebrador de estas tierras, sobre su cauce se desarrolló uno de los distintivos de la comarca: un rico patrimonio hidráulico (decenas de norias, acequias, azudes, molinos…) del que los árabes y andalusíes fueron principales hacedores.

Por otro, la cultura del olivar y del aceite de oliva, pues también fueron los andalusíes quienes popularizaron el uso culinario de este tesoro gastronómico.
Pero el legado de Al-Ándalus en la comarca es aún más diverso y profundo: medinas y recintos amurallados, castillos, música y tradiciones… Más gastronomía. Ven a disfrutar de la Experiencia Andalusí en estas tierras cordobesas.

Castillo de espejo

Arquitectura

Estas tierras fueron durante siglos zona de frontera: la que separaba Al Ándalus de los territorios cristianos, el Reino nazarí de Granada de Castilla. También fueron antes testigo de rebeliones y pugnas entre contendientes musulmanes. No es de extrañar entonces que la arquitectura defensiva esté aquí tan presente. Castillos como los de Baena, Torreparedones, Castro del Río, o el de Pay Arias, en Espejo, fortalezas de origen islámico. O vestigios como los de la Torre de Santos, en Nueva Carteya, o el asentamiento de Cerro Boyero, en Valenzuela, que desde tiempos íberos y hasta la Edad Media continuaron siendo enclaves estratégicos para el control del territorio.

Todos ellos, sobre todo los castillos, han llegado hasta nuestros días como el resultado de una superposición de épocas y estilos. Porque la arquitectura, como la propia vida y la historia, siempre fluyen. Y así llegamos también al arte Mudéjar, presente en la comarca en lugares como la Iglesia de San Bartolomé, en Espejo; la iglesia y el convento de Madre de Dios y la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en Baena, o el techo del Salón de Plenos de Ayuntamiento de Castro del Río.

Castro del río

MEDINAS

Probablemente debido a su posición estratégica, entre la campiña del Guadalquivir y las Sierras Subbéticas, entre el Alto y el Bajo Guadalquivir, estas tierras han acogido desde muy antiguo a distintos pueblos y civilizaciones. Tartésicos, íberos, romanos y visigodos han dejado aquí sus huellas, pero fue en tiempos de Al-Ándalus cuando se dio el mayor desarrollo urbano y se construyeron ciudades –medinas– que han llegado vivas y prósperas hasta nuestros días.
Baena, la capital de la comarca, debe su actual emplazamiento a la fortaleza islámica que fue su origen.

Bayyana –su nombre en árabe– destacó en el siglo X, durante el esplendor del Califato, como ciudad de gran relieve perteneciente a la cora de Qabra y, después, como centro de su propia cora. Muralla, fortaleza, zoco, mezquita aljama… Todos los elementos definitorios de las medinas estaban presentes en Bayyana, en la zona hoy conocida como Almedina.

También Castro del Río fue una ciudad islámica fortificada, en este caso por los almohades (siglo XII). Hay que recorrer las plazas y callejuelas del Barrio de la Villa para conectar con su esencia andalusí.

Noria de agua

AGUA

Sobre el río Guadajoz, verdadero vertebrador de esta comarca, y sus principales afluentes se desarrolló a lo largo de los siglos un importante patrimonio hidráulico –norias fluviales, aceñas, batanes, azudes… – que continuó prestando sus servicios, tanto agrícolas como industriales, hasta los siglos XIX e incluso XX. La mayor parte de estos ingenios son de origen medieval, y concretamente árabo-andalusí.

Los mejores ejemplos que hoy se conservan en la comarca, los de las norias de Sendajos, en Espejo, y la de Albendín –esta última una reconstrucción–, son testigos vivos de aquellas norias que tanto abundaron en estas tierras. Para historiadores como Thomas F. Glick, los sistemas de regadío y las norias fluviales fueron las dos innovaciones técnicas que más impactaron en la economía y la organización social de Al-Ándalus. El escritor andalusí al-Saqundi llegó a referirse a la existencia de hasta 5.000 norias en el Guadalquivir.

Aceitunas

GASTRONOMÍA

Al Idrissi describió la Baena andalusí como “una gran fortaleza construida sobre una eminencia del terreno rodeada de olivares, campos de trigo e higueras”. El olivo debió introducirse en la península desde Oriente Próximo antes de la llegada de los fenicios. Su cultivo se extendió con los romanos, pero fue en tiempos de Al-Ándalus cuando su producción se intensificó gracias a nuevas técnicas y se popularizó el uso culinario del aceite. Los andalusíes distinguían entre tipos de aceitunas y de aceites, y distintos métodos de extracción.

El aceite de oliva virgen extra con D.O. Baena es hoy una de las señas de identidad y mayores riquezas de la comarca. Además, claro está, de toda una estrella gastronómica. La repostería a base de masas especiadas y fritas –como pestiños, flores, torticas y fruta jeringa–, otro de los fuertes la gastronomía local, encuentra también sus raíces en la tradición andalusí y morisca.

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