Soria

SORIA

Espacio multicultural en la frontera del Duero

El Duero soriano fue frontera natural entre los reinos medievales que pugnaban por consolidar territorio en la Península Ibérica. En torno al Duero y los extremos de la Meseta norte se erigieron potentes enclaves fortificados. Castillos, atalayas, medinas y villas fortificadas como Gormaz, Calatañazor, Ágreda, Almazán, Osma o Medinaceli, capital de la Marca Media de Al-Ándalus desde 946.

Poderes enfrentados que, con espiritualidades diferentes, forjaron sociedades multiculturales creadoras de arte, economía, ciencia, tecnología y leyenda.
En Soria encontrarás decenas de castillos imponentes –entre ellos la fortaleza andalusí más extensa de Europa–, huertas árabes, una ermita en la que una palmera es protagonista entre muros pintados al fresco, o claustros en los que destacan los arcos de herradura… Y mucho más. Pura Experiencia Andalusí en tierras castellanas.

Arquitectura

En tierras de frontera, la arquitectura militar cobró protagonismo. A finales del siglo IX y comienzos del X el afán conquistador del rey leonés Alfonso III supuso una amenaza para el califato de Córdoba, que estableció entonces su frontera o marca media en tierras sorianas y puso en marcha un importante dispositivo militar integrado por fortalezas y un sistema de torres o atalayas conectadas visualmente con la finalidad de vigilar las principales vías de comunicación. Las atalayas son casi innumerables: Noviercas, El Tiñón, Aldealpozo, Masegoso, Trévago, Torre Melero, Veruela, Caracena, Quintanilla de los Tres Barrios…

Numerosos también los castillos y fortalezas: Osma, San Esteban de Gormaz, Medinaceli, Calatañazor, Berlanga de Duero, Caracena, Almenar, Ciria… Entre todos ellos, uno sin par: la fortaleza califal de Gormaz, la fortaleza andalusí más extensa de la Península Ibérica.

Pero el arte y la arquitectura andalusíes, con claves islámicas, se manifiestan en otros ámbitos más allá del defensivo. Por supuesto, en el urbanismo de medinas como Ágreda o Medinaceli, o en ciudades fortificadas como Almazán, pero también impregnando después edificios netamente cristianos como ermitas –San Baudelio de Berlanga–, iglesias –San Miguel de Almazán– o claustros románicos como el de San Juan de Duero, en la capital soriana. Maravillosas muestras de la convivencia de culturas.

Medinaceli

MEDINAS

Madinat Salim, el nombre árabe de Medinaceli, se convirtió en el año 946 en la capital política de la Marca Media, parte del sistema fronterizo establecido por el Califato cordobés. Desde allí el caudillo Almanzor (Al Mansur) organizó sus numerosas campañas de hostigamiento a los reinos cristianos. Entre ellas, la que a la postre sería la última, en la que le caería enfermo y le llevaría a la muerte en 1002. De Madinat Salim se conservan partes de la alcazaba, de la muralla, y algunos elementos de arquitectura civil, como un nevero.

Importantes son también los vestigios islámicos de Ágreda, en el noroeste de la provincia de Soria, una de las más antiguas medinas andalusíes de la península (hay constancia de la presencia musulmana ya en el año 713). Traspasar alguna de las dos bellas puertas que aún se preservan –la Emiral y la del Agua– te transportará a otros tiempos. Cristianos, musulmanes y judíos dejaron su impronta en la historia, el arte, la arquitectura y las costumbres de la villa, que contó con una de las aljamas y comunidades mudéjares más importantes de la época.

Agreda

AGUA

Los árabes y los adalusíes introdujeron y desarrollaron sofisticados métodos de obtención, canalización del agua y regadío que también se hicieron presentes en el territorio soriano. El ejemplo más importante lo encontramos en Ágreda, en la llamada Fuente Árabe y la red de acequias que posibilitó un sistema de cultivo en bancales y terrazas ideados para irrigar la mayor superficie posible. Estas tierras siguen cultivándose en la actualidad y son conocidas como las Huertas Árabes.

El producto estrella de estas huertas es el cardo rojo, un producto único por su método de cultivo –el cardo es cubierto por una pirámide de tierra de un metro o metro y medio de altura– que le confiere una especial textura y sabor. Otra muestra del alto valor que los andalusíes otorgaban al agua y de su ingenio para conservarla y utilizarla de un modo eficiente está en la construcción de neveros como el que todavía se conserva en Medinaceli.

Soldadesca Iruecha

FIESTAS

El sábado de cada penúltimo fin de semana de agosto tiene lugar en Iruecha la fiesta de la Soldadesca, la única celebración del tipo Moros y Cristianos que acontece en Castilla y León. Se cree que esta fiesta pudo iniciarse entorno a 1198, cuando una caballería formada por los pueblos de la sierra del Solorio derrotaron a una expedición almohade en un lugar próximo. La fiesta, que había dejado de representarse en los años sesenta, fue recuperada en 1974 y desde 1989 se celebra ininterrumpidamente.

Otra de las fiestas que tendría sus raíces en tiempos andalusíes es el ritual de las Móndidas, de San Pedro Manrique, que se celebra junto al Paso del Fuego en la víspera de la noche de San Juan. El rito de las jóvenes vestidas de blanco con cestos sobre la cabeza a modo de ofrenda estaría relacionado con el mito del “Tributo de las 100 doncellas” supuestamente impuesto por el emir de Córdoba, aunque los historiadores modernos han concluido que tal tributo nunca existió. Para otros las Móndidas representarían a antiquísimas sacerdotisas de las tribus celtibéricas.